Creo que esta es una de esas pocas
veces en la que las palabras no pueden albergar tanta carga
semántico-sentimental.
Se desbordarían.
De hecho, es tan grave la
situación que su dificultad no reside en un "¿Por dónde empiezo?"
sino más bien en un "¿Cómo?
Un cómo plasmar la fuerza que me une a ti,
un cómo hacerte saber el grado, no superlativo sino elativo, de cúan necesaria
eres para mí...
Mentiría si dijese que solo eres mi
hermana. Mentiría si dijese que somos normales. Supongo que una de las razones
por las que no quiero a otra hermana es porque te elegí a ti.
Sí, se puede elegir a los hermanos. En mi
caso sí.
Ser "hermano", definido como
título es fácil. Sería algo como: 3 cucharas de "porculismo", 2
rodajas de "apoyo", una pizca de "amor" y, tras mezclar con
esmero, dejar el resultado reposar en el frigo durante 20 minutos.
Nuestro caso siempre fue particular.
Nosotros empezamos por hacer rodajas el amor, midiendo a lágrimas, contando en
abrazos, aunque fuesen pocos. Nos pasamos de la raya con el porculismo,
derramando tres litros por rodaja, y eso que ya iban muchas. Imagínate.
Nosotros pasamos de dejar las cosas reposar, siempre hemos vivido en caliente,
por mucho que a uno de nosotros le pueda el frío. Preferimos dejar los
sentimientos al aire, sin miedo a que pasasen de fecha, confiando el uno en el
otro.
No. No he olvidado el apoyo. Nosotros no
le echamos una pizca, ni siquiera media. Nuestro caso es particular. Nuestra
relación, metafóricamente llamada bizcocho, aún no está cocinada. Nuestro
desastre aún está en proceso. El apoyo será el único que determine el
resultado...como siempre ¿No?
Haciendo de levadura, haciendo de base,
haciendo de cimientos.
No es porque seamos familia, pues sabes
muy bien que la sangre no une si el corazón no quiere. En realidad, es que mi
corazón no quiere separarse del tuyo, pese a nuestras discrepancias, nuestras
costumbres "jodico-lúdicas" de uno para/con el otro, pese a tus dudas
respecto al futuro.
Y es no hay un futuro que yo pueda
imaginar que no sea teniéndote ahí.