martes, 29 de noviembre de 2016

A la chica de ojeras malva


No sé quién eres pero has llamado a gritos toda mi atención esta mañana. 

Te he analizado como el niño que no sabe del mundo y está lleno de preguntas, con porqués hasta el cuello, con el brillo que se desvanece de los ojos cuando se suman años a la espalda. 

He elaborado mil trescientas teorías sobre tus ojeras: estudios, estrés, insomnio quizás. 

¿Qué te priva de soñar, misteriosa chica de ojeras malva? 

¿Quién te quita el sueño?

He clavado mis ojos en tus posibles pensamientos. Parecías cansada, como yo, pero había algo en ti que no pasaba desapercibido. 

Sonreías. 
Lo hacías de verdad, lo sé a ciencia cierta. 

Mostrabas una arruga que no conocía vergüenza o introversión; una sonrisa que no escondía engaño, ironía o sarcasmo. 

Era real.
Jodidamente real.

¿En qué pensabas? ¿Qué te hacía sonreír de esa manera tan peculiar y admirable?

Te bajaste en la misma parada de metro que yo y supuse que el destino me había brindando otro lapso más para imaginar tu vida. 
Pero no.
Perdí tu rastro entre la gente que no llama la atención y me obligaron a volver a la realidad que se nos tiene preestablecida.

Me pregunto aún qué fue de tus ojeras. 



No hay comentarios: